Siglos atrás en África, específicamente en Etiopía, el café era consumido en infusiones y masticado, pero realmente fueron los árabes quienes lo expandieron, en primera instancia por todo el mundo Árabe llegando a Turquía en 1554. Fue en el siglo XVII cuando el café entró a Europa en la vía del puerto de Venecia y fue expandiéndose poco a poco hasta finalmente llegar un siglo después a América, y fueron los holandeses los responsables de esta expansión, ya que no querían ser dependientes de los Árabes, por ende fue a principios del siglo XV cuando Holanda empezó a liderar la producción mundial de café.
A mediados de este mismo siglo, fueron los jesuitas quienes trajeron el café a Colombia, y exactamente en el año 1835 empezaron a exportarse los primeros sacos desde la aduana de Cúcuta en la zona occidental del país.
Finalizando el siglo XIX la producción de café había pasado de 60.000 sacos a más de 600.000, cuya materia en su mayoría era extraída de las grandes haciendas, conviertiéndose en el producto de exportación principal por el cuál Colombia recibía grandes divisas.
Después de un gran recorrido, fue en 1927 cuando se crea la Federación Nacional de Cafeteros, la cuál fue la encargada de agremiar a los caficultores para representarlos y velar por sus derechos para que en el año 1984 se creara el sello distintivo de Café de Colombia que lo identifica en todos los rincones del mundo.